Mi viaje a San Blas surgió de forma improvisada. Una amiga de couchsurfing me había dicho que quería pasar los días de año nuevo allá. Como nunca había ido a esa región de Panamá, le dije sin pensarlo dos veces que quería ir.
Era el 29 de diciembre de 2009, y de repente mi tradicional forma de pasar año nuevo cambió por completo y de forma espontánea. Nada mejor que pasar el año nuevo en un lugar diferente, y más cuando se habla de la hermosura de San Blas, hasta ese entonces desconocida para mí.
Coordiné con mi amiga para irnos el jueves 31 de diciembre y regresar el domingo 4 de enero. Los primeros transportes hacia San Blas salen desde las 5am hasta las 2pm aproximadamente, y recomiendo ir lo más temprano posible para aprovechar el día.
En nuestro caso, salimos a las 2pm debido a que mi amiga trabajaba hasta el mediodía. Una vez en la camioneta, teníamos de pasajeros a una familia kuna oriunda de las islas, lo cual hizo el viaje mucho más interesante. Dos horas y media después, llegamos al puerto de Cartí, lugar donde se toman las lanchas para llegar a las distintas islas.
Luego de esperar un rato, llega la lancha, cuyo dueño es uno de los kunas que nos acompañó durante el viaje, por lo que no pagamos nada. 45 minutos después, llegamos a la isla de Nalunega, hogar del hotel San Blas, el hotel más viejo y famoso de todo el archipiélago.
¿Nos quedamos en el hotel? No. Dado que le caímos super bien a esta familia kuna, nos brindaron hospedaje en su casa. Estábamos tan cansados del viaje que literalmente recibimos el 2010 durmiendo, y apenas pude escuchar los fuegos artificiales de los veleros cercanos.
Sin darle mucha importancia al no haber recibido el año nuevo despiertos, mi amiga y yo nos levantamos con las mejores energías para conocer las otras islas principales, mientras celebrábamos con los kunas el inicio del año.
Desayunamos y nos fuimos a visitar Wichub Huala, isla ubicada entre Nalunega y la isla de El Porvenir. Un dato curioso es que, a pesar que San Blas era el nombre antiguo de la comarca, la gente lo utiliza más que Kuna Yala.
Recorrimos un rato Wichub Huala y me impresionó bastante ver como en cada casa de madera viven por lo menos 10 personas, entre niños, ancianos, jóvenes, etc., y más impresionante lo hace el hecho que esta isla es igual de chica que Nalunega.
Solo pensar que esos espacios tan reducidos y calientes son sus hogares me daba algo de pesar, pero no es algo que creo que le incomode a los kunas. Ellos llevan años viviendo así y se han acostumbrado tanto a los pocos lujos, que llevarles algo novedoso sería entrometerse en un estilo de vida que ha perdurado a través de los años.
Luego de Wichub Huala, mi amiga y yo nos dirigimos hacia El Porvenir, capital de la comarca de Kuna Yala. Esta isla, además de contar con un pequeño hotel (Hotel El Porvenir que fue donde nos hospedamos), tiene un restaurante, un pequeño museo y una pista de aterrizaje para las avionetas procedentes de Panamá.
A diferencia de las islas que vinimos de visitar, la playa de El Porvenir es mucho más limpia, aunque no muy amplia como para quedarse allí siempre.
En el siguiente y último post les contaré sobre Playa Perro, lo que fue la fiesta de Wichub Huala el 1ro de enero y la gripe espantosa que me atacó casi al final del viaje 🙂