Esta basílica, con 115 metros de altura y cuya edificación es catalogada como neogótica, es uno de los monumentos religiosos más majestuosos e importantes de todo Quito, y porque no decirlo, de todo Ecuador.
Luego de haber regresado de visitar la Mitad del Mundo, todavía tenía algo de tiempo para ver esta enorme edificación por dentro. La entrada al santuario cuesta $2, y la verdad es que vale la pena.
La vista que se obtiene desde lo alto de las torres es impresionante, no sin mencionar la belleza arquitectónica de su interior. Eso sí, si sufres de acrofobia (miedo a las alturas), mejor no intentes subir los escalones que te llevan hasta las torres, ya que los mismo están demasiado inclinados y subirlos/bajarlos a veces se vuelve complicado, incluso para la persona que no sufre de problemas de altura.
En fin, con catedrales como estás que no se ven todos los días, te recomiendo que le hagas una visita obligatoria si Quito está dentro de tu ruta.