Para mí viajar es la mejor escuela que puede existir en el mundo, no hay ninguna duda de ello. Cada día que transcurre conoces gente nueva y vives experiencias de todo tipo que te dejan con una lección aprendida.
Pero tampoco quiero caer en la creencia de que cada aspecto de un viaje es de lo más espléndido, porque hay un par de detalles que personalmente son los que menos disfruto y gran parte del tiempo no puedo evitarlos por más que quisiera.
Viajar se vuelve con frecuencia una paradoja de odio y amor, al mejor estilo de la relación entre parejas. Es normal sentirse abrumado en ocasiones de todo lo que sucede en el camino, pero es algo que uno debe saber superar como toda prueba en la vida. De forma general, menciono 10 eventualidades del diario vivir de un mochilero con las que debo lidiar cuando ando de viaje:
1- Andar desconfiado todo el tiempo de lo que comes y bebes en la calle
Para mí comer en puestos de comida de los mercados locales o esquinas de la ciudad, donde la comida suele ser económica, tiende a ponerme medio paranoico sobre la salubridad de la misma. Si hay algo peor que caer enfermo por la comida en un país extranjero, es que las medicinas y la visita al médico no salgan tan baratas a comparación de otros países.
Consejo: Si comer afuera no es lo tuyo, cocina tus propios alimentos tanto como te sea posible. Así te ahorrarás la preocupación y el mal rato de caer enfermo por si llegas a probar comida dañada de la calle.
2- El constante ajetreo
Se supone que estás conociendo y disfrutando, lejos de todo compromiso que tengas en tu país de origen, lo que lleva a la difícil faena de encontrar estabilidad cuando se viaja. Arribas a un nuevo destino, luego de un par de días tomas el avión o bus, llegas a otro lugar, pasa el tiempo y toca moverse al siguiente sitio, y después andar en la misma corredera. Ese ritmo de vida acelerado te va a desgastar tanto que el cansancio se vuelve tu fiel compañero de viajes.
Consejo: Si te sientas agobiado, nada como quedarse en una zona por varias semanas. Evitas la fatiga de viajar apurado y de paso conoces más.
3- La impaciencia de esperar
La vida nos enseña por las buenas o por las malas a ser pacientes, y no es la excepción al viajar. Un ejemplo es al aguardar horas dentro del avión mientras llegas a tu destino. También al hacer la larga fila de inmigración para que te sellen la entrada. Igual de común es tomar un taxi que te lleve a tu hospedaje en medio del pesado tráfico. La idea es que siempre vendrán ocasiones en que tu paciente será puesta a prueba, y reaccionar exasperado o no depende de ti.
Consejo: Por más que lo hayas escuchado, tendrás que aprender a esperar y recordar que nunca habrá una incomodidad sin una recompensa al final del día.
4- Falta de rutina
Dicen que todo extremo es malo, y la carencia de rutina puede llegar a ser uno de ellos. A pesar de lo interesante de hacer algo nuevo, un poco de rutina no vendría nada mal para no sentirse tan agobiado por los cambios del día a día de un mochilero. A menudo se complica adquirir algún tipo de hábito ya que viajar hace que la mayoría de los días sean distintos uno del otro.
Consejo: Procura hacer algo que te haga mantener cierto nivel de hábito, como leer a una hora del día, hacer ejercicios o ver películas en internet. Estos ejemplos son uno de tantos que puedes poner en práctica, así que no te limites.
5- Amistades distantes
En la actualidad, internet te permite un sinfín de facilidades para estar en contacto con todos tus amigos y familiares, estés donde estés. No obstante, después de andar viajando por varios meses llega un punto en que sientes que deseas volver a casa para ver de vuelta a tus amistades.
Consejo: Aun cuando conocer personas en el camino resulta en una amistad temporal, muchos recurren a portales web como Travel Buddies para buscar compañeros de viaje a largo plazo y no andar solos todo el tiempo. Además, puedes comunicarte con tus amigos de toda la vida o con tus familiares utilizando Skype o el omnipresente Whatsapp, acortando así esa sensación de distancia.
6- Las horas de sueño disminuyen
No hay nada como la comodidad de dormir en tu propia casa, comodidad que no se logra al 100% cuando viajas. Dormir en un hostal cuesta porque muchas veces hay algún elemento que te perturba el sueño, como el ronquido de la persona de al lado, la ventilación del dormitorio no es la mejor o el ruido de algún mochilero empacando su maleta temprano en la madrugada. A la larga, dormir menos aumenta las posibilidades de enfermarse con más frecuencia y a tener ese mal humor característico de quienes descansan poco.
Consejo: Al hospedarte en una habitación privada de hostal o en el cuarto de un hotel, no pasas por ese problema pero no es todo el tiempo que puedes darte el lujo de tener tu debido espacio, a menos que tu presupuesto te lo permita.
7- El proceso de empacar y desempacar
No ocultaré mi molestia por el proceso de empacar una mochila, en particular para aquellos destinos que requieren que lleves equipo especial (como el de alpinismo) y varias piezas de ropa. Empacar para un paseo corto a la playa o a una ciudad cercana no es nada tedioso por lo poco con que vas a cargar, pero casi siempre vas a estar con una mochila en donde tendrás que sacar varios objetos antes de encontrar lo que deseas.
Consejo: Un dato que te ahorrará tiempo en meter y sacar lo que tienes en tu equipaje es separar los grupos de objetos en bolsas separadas. Por ejemplo, en una bolsa llevas tus suéteres, en otra tus pantalones, en la otra guardas tus documentos personales y así te vas. Para la próxima vez que empaques y desempaques, todo estará más segmentado.
8- La falta de una cocina decente
A modo de complemento del punto 1, soy amante de cocinar al salir de viaje porque eso me ayuda a ahorrar dinero al no comer en la calle. Sin embargo, el que yo pueda preparar mis alimentos con toda la comodidad implica que la cocina deba estar limpia y tenga los utensilios en su lugar, algo que no siempre es así. Es en los hostales (desde luego que no en todos) donde abundan las cocinas descuidadas, obligando a que uno gaste plata comiendo en la calle.
Consejo: No hay mucho que se pueda hacer en este caso, salvo que te adaptes a la situación actual de la cocina o busques otro hostal con una mejor cocina.
9- Los buses demasiado fríos
En verdad no entiendo la manía de ciertos choferes de buses (en especial los que hacen recorridos nocturnos) de poner el aire acondicionado más frío que el congelador de la nevera. Es obvio que estar dentro de un bus por horas requiere poner el aire acondicionado para no sofocarse, pero tampoco es llegar al límite de encenderlo al máximo.
Consejo: Universalmente hablando, Las probabilidades de éxito de que el conductor baje el aire acondicionado por decisión propia son muy mínimas, a no ser que todos los pasajeros del bus se lo pidan. En ese caso, ve preparado y llévate un abrigo para que no seas una víctima del frío.
10- Regresar de vuelta a casa
Justo cuando te adaptas al placer de viajar (entre ajetreos, trasnoches, largas caminatas y cansancio), ahora tienes que afrontar la realidad de volver a casa. Vuelves a la rutina y tus amigos extrañarán verte, pero los días son tan parecidos que vez toda tu vida dentro de un círculo y terminas con la idea de querer viajar otra vez.
Consejo: Si bien el choque cultural es algo inevitable al finalizar un viaje largo, puedes contrarrestarlo realizando excursiones turísticas en tu país mientras te pones como meta ahorrar para el próximo viaje.
En el momento que viajas podrás conoces más a fondo de tu personalidad. Podrás sacar lo bueno o lo malo de ti mismo ante una situación dada, y saber cómo reaccionar y prepararse es clave para sobrellevar esas molestias durante un viaje.
¿Habrá algo que te molesta de viajar?