Una de las tantas enseñanzas que se pueden aprender en un viaje es el viejo arte del regateo. Es ese momento cuando ves algo en una tienda que te llama la atención, luego el vendedor se te acerca diciéndote los detalles del producto y te da un precio, pero tú le dices que estás dispuesto a pagarlo sólo si reduce el precio como tal. De allí empieza la discusión hasta que una de las partes cede a la demanda del otro.
Algunas personas no le dan demasiada importancia y prefieren pagar el costo original que pasar por el debate e incertidumbre de saber si el comerciante les aceptará la rebaja o no. Otros, sin embargo, se toman más en serio el regatear al punto de no ceder un poco hasta pagar el costo más bajo posible.
Con este post no quiero criticar a aquellos que disfrutan del regateo a lo largo de sus viajes. No me incomoda en lo personal que la gente lo haga y considero que es una cuestión muy propia y, porque no decirlo, cultural de cada uno. Incluso hay países en donde te mirarán raro si no participas de todo el proceso de regatear.
Lo que sí quisiera condenar es la costumbre con la que ciertos viajeros se lanzan a pedir rebajas excesivas a vendedores, en especial a los de escasos recursos. Aun cuando lo hagan de forma inconsciente y sin malicia, ya es hora que sepan del daño que le ocasionan a quienes dependen del 100% de sus ventas para poder vivir del día a día.
Hay vendedores con bastantes necesidades y regatearles, sólo para ahorrarse unos cuantos billetes, no es precisamente la mejor manera de ayudarlos a seguir adelante. Ni mencionar de todo el esfuerzo y tiempo que requiere elaborar las artesanías, como para despreciar dicho trabajo pagando menos del valor impuesto por su creador.
Por otro lado, hay que entender que la mayoría de las veces existe una especie de rivalidad entre los mismos vendedores, por ello es que muchos aceptan un regateo para poder vender lo más que puedan y así llevarse algo de dinero a casa. Es así como estás personas sobreviven a diario, siendo esta una realidad difícil de asimilar para quienes la plata no es un problema.
Todo esto que he escrito es mi humilde opinión y no quiero sonar como si fuera la verdad absoluta que todo viajero debe seguir de ahora en adelante. Lo que sí espero es que, si lees esto y te gusta regatear, tomes conciencia de cuando es necesario hacerlo y cuándo dar el pago justo sin dejarte llevar por el impulso de querer ahorrarte unos pocos billetes.
No olvides que cada vez que te sientes feliz por haber economizado dinero al regatear, la otra parte sale perdiendo.
¿Eres de regatear cada vez que viajas o todo lo contrario?
Me gusta tu reflexión, y estoy de acuerdo en casi todo, menos en tu frase final: “…haber economizado dinero al regatear, la otra parte sale perdiendo”. Muchas veces se inflan los precios de cara al turista y regatear hace que se llegue a un precio en el que las dos partes ganan. Pero, como dices tú: hay que regatear de una manera sensible, razonable e inteligente, pues muchas veces estamos apoyando que gente humilde pueda llegar al final del día un poco mejor económicamente…
De todas maneras, cada país, cada cultura, cada vendedor son un mundo, es realmente difícil generalizar en este aspecto. No regatear en China, por ejemplo, es un suicidio económico: normalmente cotizan los precios muchas veces por encima del coste razonable…
A pesar de que el comerciante normalmente no vende su mercancía si el no está logrando un beneficio, lo que no habría que hacer en ningún caso es abusar de la situación del vendedor: hay que encontrar un punto medio razonable. Y eso, desgraciadamente, solo lo da la experiencia, el sentido común, la dignidad de la persona… y el viajar y ver diferentes realidades en el mundo.
Tienes razón Pablo, sobre todo con lo de que cada cultura es un mundo como tal. Estoy del regateo en cada región del mundo da para hablar escribir un libro diría yo.
Deberías de hacer un manual de como regatear en distintos países jejeje. Yo en lo personal soy malísimo para regatear, no me gusta simplemente, pero se que en ocasiones es mas que necesario cuando uno siente que está pagando mucho por algo.
La pregunta sería, porque no hacemos lo mismo en tiendas departamentales? porqué nada más a los de negocios informales? jejeje
Saludos Osvaldo!
Ya ese post está en camino José 😉
Yo estoy totalmente de acuerdo contigo. Aunque hay en sitios, como Estambul donde inflan el precio un montón y regatear un poco no viene mal. Pero por ejemplo, en Cuba, pagué lo que me pedían porque era mucho más barato que si lo hubiese comprado en una tienda en donde vivo.
Pienso que nadie esta obligado a vender o comprar algo si no le conviene…
No creo que sea lo mejor “comprar por ayudar”, las apariencias engañan, muchos vendedores aparentemente probres, estan en una situacion económica muy buena…
Si uno quiere ayudar es mejor donar fondos a una organización en que uno confíe para tal fin…
Otro punto de vista…
Saludos
Yo regateo en los lugares en los que regatear es parte de la cultura. Por ejemplo, Marruecos o Tailandia. Allí eso es parte de la forma de vida, e incluso los vendedores disfrutan del regate. Como han dicho muchos, si aceptas el primer precio, pagas demasiado.
Reconozco que una vez visite una ciudad no recuerdo cual pero yo queria un cobre pero lo queria en color negro pero solo tenia blancas y cafes cosa que para mi son inútiles en ese color sin ofender pero a mi ya no me interesaba el señor en su desesperacion de vender algo me ofrecio sus cajas a un precio menor yo no le pedi que lo hiciera pero bueno ya que lo bajo tanto de precio le tome la palabra