Portugal es un país encantador que guarda maravillas de la naturaleza. Con el tiempo ha desarrollado una gastronomía propia de un país que ha crecido al lado del mar y sabe enamorar a sus visitantes. Aunque sea más pequeño en tamaño que muchos de sus pares europeos, Portugal tiene joyas urbanas y rurales que merece la pena conocer, como es el caso de Oporto.
Difícilmente alguien que la haya visitado ha comentado algo negativo de ella. Pareciera que su pintoresca arquitectura tiene el poder de encantar a quien la visita por primera vez y lograr que no sea la última.
Una ciudad encantadora, pequeña y perfecta para recorrerla a mayor escala en un fin de semana, disfrutando de un buen vino a orillas del río Duero o viendo arte contemporáneo de máxima calidad. Las opciones sin duda que abundan y escoger depende únicamente de lo que te llame la atención. ¿Comida deliciosa? Oporto lo tiene. ¿Picnic al aire libre? También. ¿Librerías alucinantes, galerías de arte y tiendas vintage? Todo eso y muchísimo más.
Estas son algunas de las recomendaciones que puedes ojear para disfrutar de Oporto durante un día y animarte a que le dediques al menos un fin de semana porque ciertamente no te defraudará.
Ingreso a Portugal
Ir a Oporto no representa ningún inconveniente para los viajeros de la Unión Europea y para otros 62 países (entre los que se encuentran la mayoría de naciones latinoamericanas) que solo requieren de un pasaporte vigente para entrar al espacio Schengen.
Sin embargo, a partir del año 2021 entrará en vigencia el Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes (ETIAS), un sistema electrónico que permitirá hacerle seguimiento a los visitantes de aquellos países que no requieren visado para acceder al espacio Schengen. Para ello, será necesario que apliques a la solicitud ETIAS, una autorización de viaje que recopila datos para mejorar la seguridad del espacio.
Clima de Oporto
Al ser una ciudad costera, Oporto tiene uno de los mejores climas durante el año de toda Europa. En temporada alta, entre abril y agosto, la temperatura va de los 9°C mínimos a los 16°C, así que si estás pensando visitar la ciudad durante esa época lo mejor es que lleves ropa fresca, una gorra para protegerte del sol y un buen protector solar.
Durante el resto de año, entre diciembre y febrero, la ciudad registra lluvias y vive inviernos “templados” con temperaturas de hasta 6°C. Si es este el periodo en el que planeas conocerla, es bueno que compres calzado y prendas impermeables para que la lluvia no sea un impedimento que evite que disfrutes de la otra cara de la ciudad.
Qué hacer en Oporto
– Desayunos dulces: las opciones para tomar desayuno en Oporto son infinitas, desde los típicos cafés de barrio hasta un menú ostentoso en el Café Majestic, un ícono de la ciudad ubicado en el corazón de la Rua de Santa Catarina, la calle con más negocios y movimiento de la ciudad. Los desayunos en Oporto suelen ser dulces, con el pastel de nata como rey de todo el repertorio. También puedes probar las torradas, los eclairs, los cruasanes, y eso acompañado de un buen café para empezar el día de la mejor manera.
Algunas recomendaciones para desayunar son el Amarelo Torrada, situada en la Rua de José Falcão 29, para probar unas buenas tostadas o el Mercador Café (en la Rua das Flores 180) para degustar de la mejor repostería casera.
– Déjate atraer por los azulejos: este es uno de esos planes que se va cumpliendo a medida que recorres la ciudad, porque en Oporto los azulejos son toda una declaración estética. Aunque están en fachadas de edificios, hay varios lugares donde su uso representa toda una obra de arte pública. Por ejemplo, la fachada de la Capilla de las Almas está decorada con dibujos de Eduardo Leite, que narran escenas católicas históricas como la muerte de San Francisco.
Otro lugar impresionante para apreciar el arte de los azulejos es la estación de Porto-São Bento, con representaciones de la vida rural, la batalla de Valdevez o la Conquista de Ceuta en 1415, obra del pintor Jorge Colaço, entre otros.
– La Torre de los Clérigos: si vas a Oporto sólo por un día, no desaproveches la oportunidad de vislumbrarla desde lo alto de la Torre de los Clérigos, vale mucho la pena. Construida entre 1754 y 1763, tiene 76 metros de altura y es necesario subir 240 escalones para llegar a lo más alto.
– Librería Lello: esta pomposa librería es uno de los lugares más visitados de la ciudad por su diseño, sacado de una novela de fantasía. Su escalera central, roja y escalones surrealistas le da al lugar un aura mágica asombrosa que los amantes de los libros sabrán disfrutar. El lado negativo es que, al ser un sitio muy concurrido, tendrás que hacer colas para poder acceder. Aparte de este punto turístico, existen otras librerías de renombre como Livraria Poetria, la única especializada en poesía y teatro de toda Portugal, y la librería infantil y juvenil Papa-Livros.
– Paseo por el centro histórico: este sitio, cuya historia tiene en su haber más de 10 siglos, esta construido sobre los cerros cercanos a la desembocadura del río Duero. En 1996 fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El centro histórico acoge lugares increíbles como el Mercado de Bolhão o la Avenida de los Aliados. Si tienes la ocasión de hacerlo, te recomiendo entrar a alguna de las bodegas de la zona para que pruebes una exquisita copa de vino.
– Ir a la Ribeira: una de las áreas más hermosas de toda la ciudad. La orilla del río Duero está adornada por edificios coloridos y de poca altura, que crean un paisaje urbano digno de una postal. Desde la Ribeira te sugiero cruzar hasta la otra orilla del río a través del puente Don Luis I para que tengas la vista completa. Por cierto, este puente es uno de los monumentos más icónicos de la ciudad, famoso por su arco de acero. Fue inaugurado en 1886 y concebido por Théophile Seyrig, arquitecto alemán que fue socio de Eiffel.
– Vila Nova de Gaia: una vez que estés en el otro lado del río, lo mejor para terminar el día es sentarte a contemplar el atardecer mientras ves a los barcos rabelos que hay en la zona. Las fachadas de colores en el horizonte y el sonido natural de la gente hacen de esta vista natural un verdadero privilegio. Aquí te puedes hacer un picnic improvisado con un par de cervezas y frutos secos para acompañar el paisaje, pero realmente no hace falta nada más que estar presentes y disfrutar el momento.