Las personas que me han podido conocer sabrán que soy un entusiasta del viaje. Trato de animar a la gente (familiares, amigos, vecinos, etc.) a que viajen y no se limiten a pasar sus vacaciones metidos en las discotecas de la ciudad.
Pero aún cuando diga que “querer es poder” para quienes tienen deseos de viajar, la verdad es que hay una enorme cantidad de gente en el mundo cuyas probabilidades de salir a viajar son de una en un millón.
Ya sea por crisis políticas, cuestiones religiosas, ser el único sustento de la familia o por contar con escasos recursos, es fácil decir que todos deben viajar pero difícil darse cuenta que la realidad es distinta para otros.
Imagínate a un granjero deseoso de mochilear por Sudamérica. Tendría que ahorrar literalmente toda una vida (cosa que puede ser posible), para después abandonar su demandante trabajo. Como consecuencia, tendría que dejar a su familia, que casi siempre es numerosa y dependen de su trabajo, a la deriva por darse el gusto de conocer.
Este ejemplo demuestra que viajar es un lujo y tiene su costo, y aunque no sea tan alto como un viaje en 1ra clase, es un costo que hay que pagar. El lujo de un viaje no implica que se esté haciendo algo malo, sino como algo que debe ser apreciado por aquellos que pueden hacerlo.
Por otra parte, están los que tienen un trabajo y viven un estilo de vida aceptable. Pueden darse todo el lujo del mundo en lo que a viajes respecta, pero no lo hacen, ¿por qué? Simplemente no les llama la atención viajar. Están muy apegados a esas cosas que otros buscan evitar a toda costa.
A las personas que si tienen el deseo les cuesta escapar de esa rutina laboral. Se ha vuelto un cliché quejarse de no poder viajar por un largo tiempo por culpa del trabajo, cuando ya existen formas de hacer las cosas diferente.
Solo observando a fondo la situación de aquellos que no pueden viajar por medios prácticos, es posible llegar a ayudar teóricamente a quienes no pueden. ¿Cómo así que teóricamente?
Para quienes blogueamos sobre viajes, compartimos fotos en redes sociales o subimos videos a youtube, podemos alentar y enseñarle a la gente de escasos recursos a como viajar, mas no cambia la forma en que ellos puedan acceder a tener los recursos indispensables para el viaje soñado.
Podemos llegar a cautivar sus mentes hablando de los lugares más hermosos del planeta, pero eso no cambiará la realidad de estas personas en la mayoría de los casos.
Quiero seguir creyendo en que, por más adversa que sea la situación, debe de existir la forma para estas personas de lograr sus metas (sean viajeras o no), y colocar la balanza a su favor. La razón principal de visitar otro país es tener la oportunidad de apreciar la diversidad de culturas que existen.
El solo hecho de ver como se vive al otro lado del mundo es una experiencia única que no consigues leyendo blogs, revista o viendo documentales de National Geographic.